Luis Scafati, versión´82, en una entrevista de SuperHum(R)

Entrevista en Superhum(R)

Fati Modelo ´82

La ya mítica revista Hum® (Humor Registrado) de la porteña Ediciones La Urraca lanzó en 1980 Superhum®, que de bimensual adquirió periodicidad mensual con su número 5, en marzo de 1981;  fue una “extensión” de aquella publicación. O como se ha sostenido con más precisión, una cierta  prolongación de la segunda época de otros productos de la empresa editora, como El Péndulo, que desbordaba cuadros de ciencia ficción y fantasía, que incluía también entrevistas, críticas y cuentos policiales. «Una continuidad de El Péndulo, donde mecharon historietas y cuentos», según Diego Igal (1)

El director era Andrés Cascioli, quien en determinado momento conocó a Juan Sasturian para dirigirla dentro de la «discontinuidad» que tuvo la publicación (2)

Superhum®  además de algunos artículos publicó fundamentalmente  historietas –algunas son consideradas las mejores del comic argentino- y también entrevistas y algunas opiniones. En enero de 1982, número 8 de la revista, el entrevistado fue el mendocino Luis Scafati, conocido como “Fati”, quien había ganado el Gran Premio de Honor  en el Salón Nacional de Bellas Artes, en Buenos Aires, como el año anterior había obtenido el tercer premio de Dibujo en el mismo Salón.

En ese número hay un texto del escritor  Elvio E. Gandolfo; un episodio de un cuento policial de Jorge Varlotta; una crítica de Hugo Paredero, acompañado por dibujos de Tabaré; un cuento de Fontanarrosa (3) ilustrado precisamente por Fati; una breve historia y comentario sobre el cine argentino de dibujos animados a raíz del estreno de Mafalda (4) e historietas de aventuras, ciencia ficción, humor…

Ema Wolf, quien lo entrevistó a Fati, prologaba la nota señalando que, según se dice, cuando el papá de Picasso, que era profesor de pintura, vio un día las cosas que estaba haciendo el nene, le entregó sus paletas, óleos y pinceles y le dijo: “Ahora sigue tú”. Comentaba Wolf que a Scafati le pasó lo mismo en su Mendoza natal. Cuando el padre advirtió la pericia sutil con que el adolescente reproducía las siluetas de las vides y cerros le dio todas su biromes, bajo la cortina del kiosco y le dijo: “Ahora sigue tú”. “Así fue como Fati tuvo que emprender la profesión de dibujante a edad temprana”. Sin salir de Mendoza, haciendo gala de “un humor de profundo corte localista” en algunas publicaciones locales y en la cordobesa Hortensia.

Wolf estaba casada con Carlos Trillo (fallecido en 2011), quien era uno de los asesores creativos de SuperHum®. La periodista y escritora ganó el premio Alfaguara en 2005 junto con Graciela Montes por el libro El turno del escriba, que ambas escribieron.

La entrevista a Scafati fue realizada cuando declinaba la dictadura militar (1976-1983) y Fati expresaba que la premiación era importante porque se siente “un poco representando a un montón de gente que está marginada”. “Si te pones a pensar en el aislamiento en que viven en Buenos Aires muchos plásticos de valor, pensá lo que puede ser en una provincia. Cuando yo entré en Bellas Artes (de Mendoza; N. del R.) éramos unos sesenta estudiantes y los que seguimos haciendo algo no pasamos de cuatro”.

Fati que había recalado en Buenos Aires en 1977 señalaba que era imprescindible llegar a la capital argentina “para que te reconozcan” y que en Mendoza resultaba muy difícil sobrevivir “aun en un campo cercano al dibujo”. Agregaba que tenía amigos como Eduardo Tejón que es un “dibujante de primer nivel excelentísimo. Mirá yo veo muchas galerías y no encontré ninguno como él…”. Eduardo Tejón falleció en Mendoza el 8 de enero de 2010.

Fati a fines de 1981, cuando se habría hecho la entrevista,  ya estaba “reahogado” con el ambiente político impuesto por la dictadura. “…es que creo que culturalmente estamos asfixiados. Y eso es real.  Se vive. El hecho de que haya cosas que no pueden tocar jode creativamente hablando.  Es como si fueras a cantar y no pudieras usar determinadas palabras. Es casi imposible trabajar pensando en que te tenés que cuidar. O lo hacés, pero con una tensión que te perjudica mucho. Todo eso hace que languidezca cualquier salón”.

Pregunta Ema Wolf:

  • Los trabajos expuestos eran muy cautos. No había órganos sexuales ni contenidos políticos, a no ser una forma muy discreta. ¿Estos límites son previos y explícitos o son tácitos?
  • Son tácitos. Vos pensá que la gente de arte, iguales que los de filosofía han estado siempre cerca del despelote. A mí en el ´76 me expulsaron de la escuela de Bellas Artes, después de siete años y cuando me faltaban cinco materias para terminar. Como yo, mucha gente. Y todo eso te crea un mecanismo. Entonces yo lo pensaría dos veces antes de dibujar un militar y presentarlo. Yo dibujo muchos, pero lo pensaría dos veces antes de presentarlo ahí”. Entonces se entra, en cuanto a la anécdota, en una cuestión livianita”, responde.
  • Parece (N.del R: el Salón) no ser muy representativo entonces…
  • Quiero pensar que no. No entrás si hacés un desnudo . ¡Pero eso ya no sabés! ¡A mí me gusta hacer cosas jodidas! No, no es que me guste, es que uno tiene como una necesidad ¡Pero eso no entra! ¿Entonces para qué vas a perder tiempo? Si vos te ponés a pensar en la inversión que hacés, no solo en tiempo sino también en guita…! Llevarlo te sale cinco palos de taxiflet, enmcarcarlo 30 ó 40 lo mínimo… Y encima toda esa gente que subsiste (¡!) No son… que sé yo.

(…)

  • ¿Ganar el premio a los 34 pirulos no es peligroso?
  • ¡Es que hace diez años que estoy participando en salones! Llega un momento en que estás podrido. Uno lo sigue haciendo porque si no a lo mejor te perdés la oportunidad de ganar unos mangos. Entonces te sacás un peso de encima. Ya no participás más en premios, chau

Y en cuanto al dibujo tengo conciencia de que recién empiezo a balbucear algo. Que de ninguna manera lo dije todo. A lo mejor te lo sacás y a lo mejor no te lo sacás nunca. La historia del arte está plagada de eso. Mirá a Van Gogh, pobrecito: vendió un solo cuadro en su vida. Vos leés las cartas de él y es una cosa desesperada cómo cuenta los pomitos que le pide al hermano, los pinceles, explica que para qué quiere tanto… Se la pasó rindiendo cuenta de lo que hacía. Y ahora los pomos más caros se llaman “Van Gogh”.

  • ¿De dónde arrancan los estímulos para dibujar? ¿Hacia dónde va la intención?
  • Una de las cosas que más me despierta mecanismos creativos son las figuras humanas. La fotografía. Son imágenes que conmueven zonas de uno y las largás así, dibujándolas. A mi me gusta ver la gente como animales, no bestializarlos porque sí, sino como caricaturas del alma. Van saliendo como de manchas que se animan poco a poco hasta un punto en que sabés que está terminado.

O a veces te enterás que está terminado porque de la revista te llaman para saber cuándo cuernos vas a entregar.

(…)

  • ¿Cuál es tu lado flaco? ¿Hay algo que nunca te sale bien?
  • Uy sí: a mí me cuesta, pero desde chico ¿eh?, hacer a la gente mirando hacia la derecha. Pero tiene sentido metafórico. Sólo que me salen ¡raras!; mirando a la derecha. Lo hago, pero mal.

El fotógrafo Luis Sasso, que interviene en la entrevista, acota que “es un mecanismo del coco, que le falla la cuestión de la lateralidad”, acota Ema en Superhum®.

«A veces trato de usar la izquierda porque según los cánones de los pintores antes, la derecha es una mano demasiado intelectual. Entonces decían que cada tanto había que usar la izquierda porque es más pura, menos cómoda y domada».

“Probé pero no me sale”, añade Fati, quien se despatarra en la silla, al decir de la periodista.

¡Mirá, yo ya probé de todo! ¡Hice chistes, historietas, tiras, dibujo, ilustración, cuadros, murales! ¡El sueño del pibe son los murales!

  • Esa cosa que casi siempre tapan…
  • En Mendoza hubo una éoca en que les agarró la fiebre de los murales. Cada vez que cambiaba un intendente, juntaba chicos y les daba paredes blancas. ¡Era un ataque! Yo hice murales para farmacias, bancos… Y un peluquero que estaba por abrir el negocio nos pidió a unos amigos y a mí que le hiciéramos algo que abarcara todo el local. Y le hicimos una telaraña gigante. ¡Le dimos con todo! Meta telaraña por el techo, las paredes. Y al tipo le gustaba, no vayas a creer. Era una persona muy rara. Pero después no se animó a abrir la peluquería porque decía que estaba muy dramática. (1) y (2)

(1) y (2): Igal, D. (2013): Hum® Nacimiento, auge y caída de la revista que  superó apenas la mediocridad general. Marea Editorial. Buenos Aires.

(3): El cuento de Fontanarrosa se titula Lo que se dice jugar al fulbo (pgs 12 y 13 de Superhum®. Enero 1982

(4): Brenner, Fernando (1982): De «El Apóstol» a «Mafalda». Cuando el cine argentino se anima a dibujar. Revista Superhum®. Enero 1982

Luis L. Gregorio

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