Integrar un Consejo ante la COVID-19

Artículo: La pandemia y nuestro futuro

Por: Vicente Espeche Gil

Revista Criterio 9/4/2020; Buenos Aires

 

La pandemia cruza transversalmente la trama de relaciones internacionales cuando el mundo ya pasaba por una encrucijada de cuestiones irresueltas y expectativas inciertas.
Europa no termina de asimilar la amputación del Brexit, mientras otros países, por su envergadura tienen una proyección global, enfrentan un proceso de recesión.
Los Estados Unidos se encuentran en pleno desarrollo de las elecciones primarias que preceden las elecciones propiamente dichas en noviembre. El único candidato demócrata tiene hoy posibilidades de ser elegido, cuando hasta hace pocos meses parecía impensable.
Nuestra América Latina sigue arrastrando el peso de las inequidades sociales, el desequilibrio de sus procesos productivos y las dificultades para coordinar y potenciar el desarrollo de su inocultable riqueza en recursos naturales.
La cooperación internacional se ha visto degradada en no pocos países por las tentaciones del proteccionismo y el aislacionismo. En algunos casos, también por un populismo que mira con desconfianza y temor a lo extranjero, se trate de personas, objetos o ideas.
A todo esto, la paz está comprometida desde hace demasiado tiempo en Siria, Afghanistán y Libia, y tiene una vigencia precaria también en otras regiones, como Ucrania, Kosovo , Cachemira o Burkina Faso, sin olvidar viejas cuestiones irresueltas como la cuestión Palestina o el pueblo de los kurdos. De estas crisis regionales escapan millones de refugiados y migrantes a cuyo destino y futuro no se le ha dado respuesta aún.
Es muy difícil avizorar cuáles serán los efectos políticos de la peste en cada país y en el orden internacional en su conjunto. Ya desde antes de que apareciera el coronavirus, Richard Haas señalaba que un mundo de creciente inequidad ponía en riesgo los valores de democracia, prosperidad y paz. A la inequidad de entonces se sumará una brusca caída en el empleo y los ingresos de muchos en todos los países.
Entre nosotros, este es el panorama que nos sirve de contexto externo. A él se agrega el peso de nuestro endeudamiento, que más allá de cómo sea el perfil de su futuro pago, impondrá una “pesada e injusta carga a las generaciones futuras, o sea, a los jóvenes de hoy”, como señala Juan Llach. Se trata de jóvenes que en excesiva proporción carecen de una adecuada educación, salud y perspectivas de mejora.
Todo nos lleva a pensar en la necesidad imperiosa de acordar entre los argentinos el diagnóstico, encontrar el norte y diseñar el camino para alcanzarlo entre todos. Esa sería la tarea propia de un “Consejo de Desarrollo” de integración plural que trascendiera un mandato. El Presidente de la Nación en su momento dijo que su intención era convocarlo. Es el momento de hacerlo, como parte las decisiones que la hora exige y que son responsabilidad del Gobierno del Estado.

Deja un comentario